Es fundamental proteger la pluralidad y la diversidad de la información para garantizar el derecho a la libertad de expresión de todas las personas. Lamentablemente, ambas se ven amenazadas por las medidas para poner fin a la “neutralidad de la red”, el principio según el cual quienes controlan la infraestructura de Internet no deben interferir ni discriminar respecto de los distintos tipos de datos que circulan por la red.
El principio de la neutralidad de la red protege los derechos del consumidor a acceder a los contenidos, las aplicaciones, los servicios y el hardware de su elección. Sin esta neutralidad, se restringirían la diversidad y pluralidad de las voces en Internet, ya que los proveedores de servicios de Internet podrían ejercer el control de la infraestructura de la red para bloquear contenidos o para priorizar el acceso a determinadas aplicaciones o servicios, o ralentizarlo, en función de sus propios intereses.
Además, poner fin a la neutralidad conlleva otras amenazas al derecho a la libertad de expresión. A los proveedores de servicios de Internet les resultaría fácil servirse de la tecnología que utilizan para diferenciar entre distintos tipos de datos con el fin de averiguar el contenido de esos datos, atentando así contra la vida privada de los usuarios de Internet y creando un efecto paralizante en la red.
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